¿Baterías Virtuales? Apuesta por las reales, son el futuro de la energía

Uno de los grandes retos de la transición ecológica radica en cómo casar la producción renovable, de carácter variable y hasta cierto punto imprevisible, con las necesidades reales del consumo energético de la población que conforma el sistema eléctrico. Por un lado, existen períodos de alta producción renovable, en los que esta supera las necesidades de los consumidores, generando excedentes; por el otro, las renovables pueden tener ciertos periodos de inactividad, en los que su producción es insuficiente para cubrir las demandas energéticas de los consumidores. Así, se vuelve fundamental la introducción de medidas para gestionar esta capacidad variable de las fuentes verdes, siendo una de las más eficaces el almacenamiento de energía en baterías.

Sin embargo, no debemos confundirnos ante soluciones de baterías más aparentes que efectivas. Nos referimos, claro está, a las baterías virtuales. Ese es el nombre que determinadas comercializadoras le dan a un mecanismo que, aparentemente, ofrece servicios muy ventajosos. Este sistema consiste, principalmente, en que los excedentes de energía generados en una planta fotovoltaica durante las horas de mayor eficiencia son acumulados en la cuenta del propietario, que podrá elegir emplearlos cuando quiera e incluso donde quiera.

Pongamos por caso un usuario que cuenta con una segunda vivienda en la costa, donde dispone de abundantes horas de sol. Puede generar durante julio y agosto excedentes que luego serán utilizados en el invierno en la residencia principal. Esa es la teoría, pero no se ajusta a la realidad.

Primero, porque el acumulado en una batería virtual no es energía, son euros. Esa bolsa que prepara para la fría navidad se mide por el precio que guardó en el verano, con un precio bastante inferior (por momento casi cero), y en el invierno el coste será completamente diferente, disparado por el incremento de la demanda y por las tensiones geopolíticas que vive Europa alrededor del consumo eléctrico. Vaya, que pagará la diferencia entre el precio del verano ahorrado y el precio del invierno por el mercado energético.

Baterías virtuales vs físicas

Después, con la legislación vigente no puedes gastar el acumulado en otro lugar. El Real Decreto 244/2019, que rige el autoconsumo eléctrico, señala que los excedentes deben usarse en el mismo mes en curso y desde el mismo punto de suministro. El marco legal no es muy favorable, de momento, para estas prácticas.

Por lo tanto, hay que tener en cuenta que una batería virtual tiene grandes desventajas: no es física, acumula euros y no dinero, no aporta emancipación eléctrica real, el consumidor incluso acaba dependiendo más de la red eléctrica.

Las baterías físicas

Por el contrario, las baterías físicas tienen una serie de pros a su favor que, verdaderamente son más… palpables. El primero, que existe: Puedes tocarla y tenerla en tu propiedad. Lo que realmente va a acumular es la energía, no los euros. Esa energía en excedente, generada a través de tu planta fotovoltaica, quedará almacenada y podrás utilizarla cuando la necesites un periodo razonable. La realidad es que no vas a poder teletransportar hacia otra residencia ni usar en seis meses, pero si que vas a poder corregir momentos de escasa o nula producción de tu planta.

Hay varios modelos con capacidades diferentes, dependiendo de las necesidades domésticas, empresariales o industriales que se le presten a cada consumidor. Además, los sistemas están depurándose para incrementar el periodo de conservación, reducir la pérdida de energía y asegurar mayores plazos para su empleo. En la actualidad, podemos clasificar las que hay como baterías monoblock (las más solicitadas en autoconsumo de baja potencia), las baterías estacionarias (más apropiada para la industria) y las baterías de litio, que están registrando mayor demanda por su proyección de cara al futuro.