En las últimas semanas, en coincidencia con el gran incremento de la producción renovable (eólica, hidráulica y, principalmente, fotovoltaica) surgió la llamada ‘The duck curve’ (en castellano, curva del pato). Se trata de un fenómeno que se refleja en las gráficas que recogen el precio horario de la energía en el mercado diario. Un precio que se reduce drásticamente cuando hay sol y sube cuando no lo hay.

Este fenómeno responde principalmente a las dinámicas de la oferta-demanda. En lo que respecta a la demanda, los mínimos de consumo energético se producen en la madrugada y los momentos de mayor exigencia cuadran con la mañana y justo después de anochecer, quedando el mediodía ligeramente por debajo de los máximos. Cuando nace el sol, se activan las empresas y hogares. En ese momento se encienden casi al unísono las luces de todo un territorio.
En cuanto a la oferta de producción eléctrica, esta alcanza sus máximos en las horas centrales del día, cuando hay sol y la fotovoltaica copa el mix energético, haciendo que el precio de la electricidad desciende. Con la llegada de la noche, la producción de la fotovoltaica se reduce y se suceden varias consecuencias. Primera, tensiones en el mercado por el aumento de la demanda y disminución de la oferta. Segunda, la entrada en el sistema de la producción procedente del ciclo combinado (que consume gas natural, por lo tanto resulta más cara) Finalmente, una subida empinada en el precio de la electricidad, que se mantiene durante la noche.
Todas estas circunstancias se reproducen de forma más aguda durante el fin de semana. Si visitamos la web del OMIE (Operador del Mercado Ibérico de Energía), podemos consultar las gráficas de cada día. En el caso de los últimos sábados, podemos observar los picos y las depresiones con mayor claridad. En la siguiente gráfica, si completamos la imagen con una línea que une las barras de cada hora, trazaríamos la forma del pato al que hace referencia el término.

En algunos casos se producen de forma más acusada y se recurre a otros motes. En Hawai o California, donde la fotovoltaica es fundamental, recibe el sobrenombre de curva de Nessie, en referencia al monstrue del lago Ness y su alargado cuello.
Las baterías como solución
El reto del sector fotovoltaico pasa por cómo enfrentarse a las consecuencias de la curva del pato para estabilizar el precio de la electricidad en el mercado a lo largo del día. Una de las soluciones tecnológicas más claras pasa por el uso de baterías de almacenamiento a gran escala, ya sea de manera distribuida o concentrada. En la actualidad, hay diferentes modelos que pueden darle respuesta al pequeño autoconsumo solar, pero también a la actividad industrial. Las hay de tres tipos, principalmente:
Baterías monoblock. Son las más empleadas para el autoconsumo de baja y media potencia.
Baterías estacionarias. Tienen mayor potencia y mayor vida útil. Resultan más apropiadas para la industria que use grandes electrodomésticos o maquinaria pesada. Dura unos veinte años.
Baterías de litio: Son las de mayor demanda en la actualidad, ya que su desarrollo está garantizando grandes capacidades y una mayor optimización de carga. Además, por su desarrollo tecnológico, está reduciendo sus costes.

As baterías virtuais
En los últimos tiempos, a raíz de las circunstancias derivadas de la ‘duck curve’, están surgiendo desde las comercializadoras las llamadas baterías virtuales, un mecanismo que aparentemente resultaría muy ventajoso para el consumidor. Este sistema consiste en lo siguiente: los excedentes de energía generados en una planta fotovoltaica durante las horas de mayor eficiencia son acumulados en la cuento del propietario, que podrá escoger usarlos cuándo quiera y dónde quiera.
A priori suena muy bien poder producir excedentes de energía en agosto y utilizarlos en enero. Además, podemos poner el caso de un propietario afortunado con dos viviendas, una habitual y otra vacacional. Esta última, en un lugar soleado y cuyo tejado está cubierto por paneles solares. Produce allí todo el verano y el excedente ya lo usará en el oscuro y frío diciembre en su domicilio.
La teoría es buena, pero tiene unas cuantas lagunas. En primer lugar, la acumulación virtual no se mide por la cantidad excedente, sino por el valor de la producción. Gran parte de los sobrantes, por culpa de la ya citada curva de pato, tienen un valor mínimo que non podrá hacer frente a las cifras del coste de energía durante el invierno.
Por otra parte, hay que tener en cuenta la legislación vigente. En la actualidad, el Real Decreto 244/2019, que rige el autoconsumo eléctrico, señala una serie de consideraciones. Primero, que los excedentes deben liquidarse en el mismo mes que se producen. Segundo, que solo pueden ser utilizados en el mismo punto de suministro.
Por último, se produce así cierto fomento de plantas sobredimensionadas. Un buen número de propietarios están instalando paneles muy por encima de sus necesidades con la esperanza de reducir su factura en el invierno de forma drástica. Que el plan no es malo, pero va a salir en la medida esperada…